"Si ayudas
al pobre, le prestas al SEÑOR, ¡y él te lo pagará!"
Proverbios 19:17 (Nueva Traducción
Viviente)
"Ayudar al que lo necesita no sólo es parte del deber, sino de la
felicidad." José Martí
En Venezuela, y en el resto de América Latina hay muchísimas personas
necesitadas de los recursos económicos que se necesitan para vivir de forma
digna. Según la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el
Caribe) el índice de pobreza en América
Latina se redujo del 31 % de la población en 2010 al 29,4 % en 2011, índice más
bajo de los últimos treinta años, pero aún hay 168 millones de personas pobres
en la región. Repito la cifra: 168.000.000 de personas pobres. Una
cantidad exorbitante que debería
llevarnos a reflexionar pero sobretodo a hacer algo al respecto, que como hijos
de Dios ayudemos en la medida de lo posible (incluso de lo imposible) a
solventar en cierta medida el problema de la pobreza, aunque debemos estar
claros: siempre existirá la pobreza.
Cuando digo que siempre
existirá la pobreza, no lo digo por ser un experto en economía, sino
porque Jesús lo dijo y si Jesús lo dijo es así. Un día Jesús estaba en Betania
y nos dice la Biblia en el libro de Mateo, capítulo 26, versículo 11 que Jesús
se expresó de la siguiente forma: “Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no
siempre me tendréis.” Queda claro que siempre habrá pobres a nuestro
alrededor por diversos motivos, pero ¿Qué debemos hacer nosotros? ¿Qué debe
hacer la Iglesia al respecto?
Que Jesús haya dicho que siempre tendremos pobres no quiere decir que no
vale la pena ayudarlos, sino todo lo contrario, que precisamente porque “siempre existirá la pobreza”,
siempre habrá personas a las cuales NOSOTROS
podremos ayudar.
En Mateo 25: 31-46, Jesús nos
habla acerca del Juicio de las Naciones, y nos dice como unos irán a CASTIGO ETERNO y otros a VIDA
ETERNA, y es por demás interesante que dice del versículo 34 al 40:
Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos
de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del
mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis
de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me
cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a
mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos
hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo
te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te
vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les
dirá: DE CIERTO OS DIGO QUE EN CUANTO LO HICISTEIS A UNO DE ESTOS MIS
HERMANOS MÁS PEQUEÑOS, A MÍ LO HICISTEIS.
Del
verso 41 al 46 nos dice la otra parte donde las personas que nos estuvieron
dispuestas a servir fueron apartadas al CASTIGO
ETERNO. ¿Quiere decir esto que vamos al cielo por hacer buenas obras a los
pobres? De ninguna manera. La Biblia en Romanos
10:9 dice que si confesamos con nuestra BOCA que Jesús es el Señor y creemos en nuestro CORAZÓN que Dios le levantó de los
muertos seremos salvos. Lo que si te quiero decir es que si Dios es el Señor de
tu vida, entonces tiene que tener un corazón dispuesto a ayudar.
Y
es que la ayuda que puedas brindar a las personas a tu alrededor es tu
principal forma de servir a Dios. No es posible que tengas a Dios y a su vez un
corazón que no le guste dar. Es posible que puedas dar sin amar, pero es
imposible que puedas amar sin dar. Con mucha razón el Apóstol Juan formulaba en
1 Juan 3:17 una inquietud (que
debería inquietarte a ti también) que dice: “Pero el que tiene bienes en este
mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo
mora el amor de Dios en él?” Un pensamiento que vale la pena difundir
en cada congregación de nuestros países de América Latina para que la Iglesia
tome un papel relevante en nuestra sociedad.
Te
animo a que ayudes a las personas que necesitan, hay muchísimas formas de
hacerlo. En Venezuela, muchas personas de escasos recursos ingresan a las
unidades de transporte público a pedir dinero o vender distintos productos de
bajo costo por diversos motivos (enfermedad, discapacidad, entre otros). Yo era
una de esas personas que no les daba dinero y simplemente decía: “No tengo”
¡AUNQUE SI TENÍA! (ya pedí perdón por eso jeje). Después que empecé a leer los
proverbios todos los días, y con #EscuchoADiosCadaDía, Dios fue cambiando mi
forma de pensar y a partir de entonces siempre que tengo, ayudo a esas
personas. Así todos podemos poner
nuestro grano de arena para ayudar a combatir la pobreza. Podemos: brindar un
desayuno, regalar ropa que ya no usemos, pagar un pasaje, enseñar a alguien, brindar
nuestros servicios profesionales de forma gratuita, entre otras acciones que son de mucha
significación para las personas que las reciben
Para
concluir te quiero recordar lo que el Apóstol Pablo les dijo a los ancianos de
una iglesia. El también les recordó una de las palabras más famosas de Jesús,
que hoy se ha hecho casi que un dicho popular: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35)
Tengamos
siempre presente que al ayudar a un pobre le estamos prestando a Dios y Dios
paga mejor que cualquier jefe en este mundo.
Un número y una pregunta. 168.000.000 ¿Qué estás dispuesto
a dar?
Dios te bendiga.
No tenemos que ir tan lejos para encontrar necesidad! Porque abunda a nuestro alrededor, si cada uno pone su granito de arena sin duda cosecharíamos muchas sonrisas y la mas importante la de Dios!!
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